Entre las adicciones del Siglo XXI, llevan la delantera la ludopatía, las drogas y el alcoholismo. Pero las adicciones a las relaciones tóxicas también se han popularizado en los últimos años.
Se trata de grietas de la sociedad donde surgen los complejos, ansiedad, problemas de salud y las dependencias que no son sanas.
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Relaciones destructivas
Con la llegada de las redes sociales, la difusión de las relaciones tóxicas se ha hecho ver de una manera más acentuada. Son relaciones destructivas llenas de comportamientos alejados de los equilibrios, que pueden llegar a los extremos.
En la mayoría de los casos, la persona que está en la relación no sabe que es víctima de abusos. Es un componente muy complejo, cuesta salir de un ciclo donde la dependencia emocional está presente.
Cada vez es más común ver cómo las víctimas de una relación tóxica caen una y otra vez. Y, por supuesto, la autoestima resulta afectada, dejando al individuo más vulnerable y propenso a caer en otro círculo de este tipo.
Patrones y mecanismos aprendidos
La psicología habla de esta especie de adicción a las relaciones. Uno de los motivos principales es el sistema de recompensa del cerebro. Comprende un mecanismo que es capaz de mediar la sensación de placer.
Es precisamente la dependencia emocional, uno de los mecanismos de recompensas, así la persona siente que esa pareja que, en un momento la trató bien, seguirá haciéndolo y se enganchan a la sensación.
Carencias afectivas
La dependencia emocional puede surgir de carencias afectivas en el pasado. Es así como se busca en la pareja lo que por sí mismo no es capaz de obtener. Lo que sigue es pedir cariño y esto da pie a los conflictos.
Memoria procedimental
La psicología también relaciona a la memoria procedimental con las relaciones tóxicas. Y es que aquí se almacena todo lo que tiene que ver con procedimientos para interactuar con el medio ambiente.
Esta teoría, aplicada a las relaciones mal sanas, tiene lugar cuando la búsqueda de patrones constantes llega al cerebro y lo asocia con un procedimiento; no sabe actuar de otra manera. Incapaz de gestionar su comportamiento o emociones fuera de los límites dañinos.
La infancia
También es frecuente observar este tipo de relaciones en personas que no tuvieron una autoestima alta durante sus primeros años de vida. Quizás haya sido el resultado de la familia o una amistad.
En muchas ocasiones, el componente tiene que ver con el maltrato psicológico, lo que hace que la persona quede vulnerable y con una autoestima baja.
Y ya que la infancia es la base de las emociones, la personalidad se va tejiendo con una marca que incide sobre la forma de afrontar el futuro. Es probable que la exigencia de los padres o la desatención cree un trauma de apego.
Muchos son los casos donde los individuos buscan perfiles de preferencia que se asemejen a la persona que originó el trauma. Es posible que el patrón sea un padre autoritario o evasivo.
La idea de la culpa
Otra vez la baja autoestima vuelve a ser un factor común. Muchas personas piensan que deben pagar por algo, y se autoculpan; llegando a pensar que merecen todo lo malo.
Esta vulnerabilidad da paso a la llegada de personas tóxicas, simplemente porque creen no merecer más, es su terreno; y así se sienten más cómodas.